martes, 26 de diciembre de 2006

Ritual


Elevar oraciones en una lengua milenaria. Encender la chispa de un fuego que no consume ni el alma. El Santo Patrono postrado en una caja pequeña con ofrendas que lo cubren, observa con el brazo extendido la pequeña habitación oscura en la que una neblina motivada por el humo que exhalan las piedras que se funden con el agua, provoca un ambiente irreal y místico, casi inexistente. Muchas personas circulan intermitentemente en aquel aposento. Unas con gran solemnidad y fe en los ojos, otras ofreciéndole su música al santo, otras con una mezcla de curiosidad e incredulidad, otras simplemente están.

Tras repetir oraciones en susurros y dirigir el palo con plumas, de nuestras cabezas a la cara del santo una y otra vez, el m’arakame, ataviado con simple ropa occidental producto de la hibridación cultural, puso el agua sagrada primero en mi cabeza después en mis manos, para terminar en ambos ojos y en el cuello. Las plumas que conformaban la terminación del báculo del sacerdote, siguieron la trayectoria de un círculo sobre mi cabeza rozándome la frente.

Por favor señor del aire, del precipicio y del venado, expulsa de mí los malos demonios que me atosigan desde siempre, en la oscuridad, cuando estoy sola, cuando estoy afuera. Haz que pueda ser capaz de vivir un poco más aquí, un poco más ahora…

Al terminar un ácido atole de ciruela pasa que circuló por los labios de toda la comunidad, (con un sabor que no me desagradó), recorrió mi garganta. La limpia de San Andrés había finalizado
.

martes, 28 de noviembre de 2006

Uno muy bueno de Calvino

(de Tania en Barcelona)


Bajé de la acera, di unos pasos hacia atrás mirando para arriba y, al llegar a la mitad de la calzada, me llevé las manos a la boca, como un megáfono, y grité hacia los últimos pisos del edificio:
-¡Teresa!
Mi sombra se espantó de la luna y se acurrucó entre mis pies.
Pasó alguien. Yo llamé otra vez:
-¡Teresa!
El hombre se acercó, dijo:
-Si no grita más fuerte no le oirá. Probemos los dos. Cuento hasta tres, a la de tres atacamos juntos. -Y dijo-: Uno, dos, tres. -Y juntos gritamos-: ¡Tereeesaaa!
Pasó un grupo de amigos, que volvían del teatro o del café, y nos vieron llamando. Dijeron:
-Ale, también nosotros ayudamos.
Y también ellos se plantaron en mitad de la calle y el de antes decía uno, dos, tres y entonces todos en coro gritábamos:
-¡Tereeesaaa!
Pasó alguien más y se nos unió, al cabo de un cuarto de hora nos habíamos reunido unos cuantos, casi unos veinte. Y de vez en cuando llegaba alguien nuevo.
Ponernos de acuerdo para gritar bien, todos juntos, no fue fácil. Había siempre alguien que empezaba antes del tres o que tardaba demasiado, pero al final conseguíamos algo bien hecho. Convinimos en que "Te" debía decirse bajo y largo, "re" agudo y largo, "sa" bajo y breve. Salía muy bien. Y de vez en cuando alguna discusión porque alguien desentonaba.
Ya empezábamos a estar bien coordinados cuando uno que, a juzgar por la voz, debía de tener la cara de pecas, preguntó:
-Pero ¿está seguro de que está en casa?
-Yo no -respondí.
-Mal asunto -dijo otro-. ¿Se había olvidado la llave, verdad?
-No es ese el caso -dije-, la llave la tengo.
-Entonces -me preguntaron-, ¿por qué no sube?
-Pero si yo no vivo aquí -contesté-. Vivo al otro lado de la ciudad.
-Entonces, disculpe la curiosidad -dijo circunspecto el de la voz llena de pecas-, ¿quién vive aquí?
-No sabría decirlo -dije.
Alrededor hubo un cierto descontento.
-¿Se puede saber entonces -preguntó uno con la voz llena de dientes- por que llama a Teresa desde aquí abajo.
-Si es por mí -respondí-, podemos gritar también con otro nombre, o en otro lugar. Para lo que cuesta.
Los otros se quedaron un poco mortificados.
¿Por casualidad no habrá querido gastarnos una broma? -preguntó el de las pecas, suspicaz.
¿Y qué? -dije resentido y me volví hacia los otros buscando una garantía de mis intenciones.
Los otros guardaron silencio, mostrando que no habían recogido la insinuación.
Hubo un momento de malestar.
-Veamos -dijo uno, conciliador-. Podemos llamar a Teresa una vez más y nos vamos a casa.
Y una vez más fue el "uno dos tres ¡Teresa!", pero no salió tan bien. Después nos separamos, unos se fueron por un lado, otros por el otro.
Ya había doblado las esquina de la plaza, cuando me pareció escuchar una vez más una voz que gritaba:
-¡Tee-reee-sa!
Alguien seguía llamando, obstinado.


El hombre que llamaba a Teresa
Italo Calvino

martes, 21 de noviembre de 2006

Por el camino amarillo

Debido a la magia de las no casualidades y de las muchas probabilidades que la señora vida provee, he tenido la fortuna de encontrarme a lo largo del recorrido del camino amarillo a seres atípicos que me han transformado y que en su momento, me ayudaron a percibir la realidad tras la cortina que oculta al mago de Oz.

Hoy quiero evocar específicamente al León que a pesar de sus inseguridades y de no creerse su gran valor cuantificado en brillantez y genialidad de pronto tuvo tantos amigos que ya no supo que hacer con ellos. Al Espanta-pájaros que aunque continuamente trate de localizar a su cerebro reflejado en la comprensión de los demás, las ideas extravagantemente disléxicas que emanan de este son únicas y están destinadas a romper paradigmas. Y finalmente al Hombre de Hojalata que talvez ahora esté teniendo dificultades para amoldar y acomodar a su intenso corazón, pero que finalmente es uno de los más grandes y hermosos que conozco.

Muchas gracias por hacer del camino amarillo un lugar más mágico…

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Otoño


Desde el claustro simbólico que es mi oficina podía ver miles de hojitas desvaneciéndose de los árboles, cubriendo la alfombra verde de la que afortunadamente está tapizada la mayoría de mi escuela. La vista sugería una exquisita lluvia café crocante, como esas que suceden en las películas otoñales. Me dieron unas tremendas ganas de correr entre las hojas cayéndose con los brazos extendidos hacia el cielo (otra vez, una necesidad nacida la clásica imagen que exponen esas movies de otoño-felicidad-hojas). Después mi ansiedad se vio satisfecha por una chica que iba pasando justo en ese momento y que realizó exactamente la acción que giraba en mi cabeza, ja! fue chido.

Comienza a hacer frío. Ha sido interesante el tener que moverme por mis propios medios de motrices, sin tener que depender del estruendoso aparato motorizado. Aunque tengo que reconocer que ha nacido en mí cierto sentimiento de limitación, de estancamiento, de no poder. Que mal pedo! darse cuenta de que se ha desarrollado de cierta manera una subordinación enfermiza a una máquina. Habrá que reconfigurar algunos hábitos, aunque sea manera utópica.

Hoy, el aliento del orden respira en mi oído, ya casi lo puedo tocar. Sólo se necesitan más crayolas y más post its. También espero que muy próximamente ese espacio cervical de mi cuerpo pueda librarse de la camisa de fuerza, recupere movilidad y la vista panorámica que tenía. Y talvez varios sí debiéramos hacernos una limpia en varios aspectos.

Mañana iré a que despedacen mi forma de escribir. Está chido, no todos tienen porque comprender la forma abstracta compleja de imágenes verbales semi-articuladas que a veces se me escapan. Ni pedo, aún así yo no creo que escriba barrocamente. Es un simple dejar grietas para que el lector las resane con lo traiga dentro.


:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

domingo, 5 de noviembre de 2006

Impacto


Detonante del percatarse...
Cómo voy?
A dónde y para qué.

viernes, 3 de noviembre de 2006

Simplemente verde

Cada vez estoy más convencida de las simplezas de la vida que regeneran lo delicioso de la existencia. Marga le llamaría: un momento de ociosidad.

A pesar de ser eso que se denomina cuando uno llega a irrumpir en espacios que no son precisamente a los que se acude habitualmente <>, Gustavo, Gerardo y Cándido, nos compartieron parte de su vida y sus ricos tacos de papa y frijoles. Así hay gente, aunque lleves unos minutos de conocerla puedes entablar una calurosa conversación en un ambiente de viejos amigos. Se trata de lo simple, de las cosas y de las personas tal y como son, sin ninguna necesidad de pretender o de conseguir nada. Simplemente como son.

Hoy a pesar de los atropellos caóticos que me envuelven últimamente logre sentirme así. Simplemente bien.

Encuentro

Su nombre está borrándose de la lápida –dije--, acaso cuando este sea ilegible y nadie la recuerde… ¿será como si nunca hubiese existido?
No --me contestó--, porque de cierta forma todo lo que vivió y lo que hizo, influyó de alguna manera para que el mundo sea como es… a tal grado que tú y yo, hoy estamos aquí. Sigue haciendo historia…

Como si su sepultura hubiese estado revestida de una película imantada, llegué casi mecánicamente a su encuentro. Baudelia. Realmente mi corazón comenzó a pulsar más rápido de lo acostumbrado cuando después de un año me encontré ahí nuevamente, con todo lo que yo era y con todo lo que ella ya no era desde hacía 7 años y que nunca conoceré. ¿Por qué ella y no cualquier otra persona? Por qué nosotros dos, extraños, frente a ella en una helada noche de noviembre, en una fría noche del día de muertos… Talvez debe de ir en busca de los ecos de su existencia.

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Con eso de la contaminación visual


Noté la mano Izquierda de Denis moviéndose rítmicamente al escribir la estrofa de números que conformaban sus teléfonos móviles. Es zurdo claro. Recordé la connotación especial para mí, que posee esa manifestación natural motriz en algunas personas. Es especial pensé. Su nariz ligeramente alineada hacia un lado más que el otro me hizo sonreír hacia dentro. Aunque era demasiado formal y rayado para una voz que presumía una liviandad chida propia de las personas excéntricas, supongo que cuando trabajas en la versión de Gringots hecha prensa tienes que vestir para la ocasión. Es raro contestar preguntas, cuando en realidad se está demasiado acostumbrado a hacerlas.

Hoy fui a la escuela con alas y casi volé un par de veces. Aunque la flor, la taza de café y el perico, hacen que me resuene en la cabeza las personas raras que hay a veces.

jueves, 28 de septiembre de 2006

Cuando no la escuchas... no te levantas

Ellas y yo no nos llevamos muy bien aveces (foto de Hamms)
Con cierto aire de incredulidad, una parte de mi cerebro le preguntó a mi cuerpo por qué demonios no podía seguirle el paso, mientras la otra se tornaba divertida especulando sobre los diferentes tipos de algas marinas que crecen en Nueva Zelanda…

iU, iU, iU, iU, un sonido intermitente me taladra hasta lo profundo y me hace estremecer, me colapsa y me hace cerrar los puños y estrellarlos contra la superficie lisa de madera. Esas resonancias materializadas en ella, de cabello rizado, ahora atenta, ahora escribiendo, siempre activa, siempre al tanto; materializadas igualmente en él que encabeza el espacio circular cuadrado desde donde transmite lo que mejor sabe hacer: mostrar la vida, lo que acontece, lo que se mueve…

Pero yo no me muevo… no mucho.

Y ese sistema de medición que inventó el hombre llamado tiempo, se escurre y se diluye a través de los titubeos de mis manos para decidir si hacen lo que tienen que hacer o… cualquier otra cosa.

Inerte. Mejor métete dentro de aquella jungla naranja, sube las escaleras del fondo y pregúntale a la más anciana de las personas que componen aquél círculo de charla cuál es el detonante que hará finalmente que tus piernas se dirijan a donde deban de dirigirse, que tus ojos lean lo que tengan que leer y que tu nariz se encuentre metida en el sitio correcto.

Pip, Pip, Pip, Pip, la alarma siempre presente. Es tan consistente que llega el momento en que la conciencia deja percibirla, se acostumbra al sonido intermitente y se olvida de que está ahí, suene y suene.

Suficiente... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... hora de apagarla.

Porque podría ser víctima de una falsificación de software.

miércoles, 27 de septiembre de 2006

Pedazos de mí


Que difícil es mantener los ojos abiertos, cuando la fuerza de gravedad del agotamiento conspira para cerrarlos. Clase de siete de observatorio…

Un desayuno sustancioso en cafeína y chocolate, una mañana seudo helada, un mensaje que raya las fibras del enamoramiento tonto… y el día comienza.

Clase de documental: que chidas son las bicicletas y el personaje propagador de árboles. Simón, simón, la buena organización y la disciplina… básicas y fundamentales.

Hoy Chiapas se hizo presente, como el proyecto que mueve y motiva pero que nunca llegó a consolidarse (por falta de consistencia); y como ejemplificación de la justicia no lograda. Chiapas... sacar esa espinita.

Además, no deben de utilizarse palabras como: todos, nadie, ninguno, siempre, nunca, etc. cuando se emita un juicio de valor sin certezas estadísticas; más bien hay que fluir hacia el pensamiento diverso y complejo (ojala fuera tan fácil).

Adultocentrismo.- cuando todo se organiza en torno a los adultos (cero diversión =(

Hombre taciturno… me gustas (endémicamente normal, tranquila, ligera y buena onda). No te quepa duda que un minuto en el cielo es una eternidad…

Finalmente, mi computadora pacheca y una llamada telefónica a la 1:28 am, qué pedo???

martes, 26 de septiembre de 2006

Te de Hierbabuena

Todo el orden que puede caber dentro del caos.

Una partitura de luz que se vislumbra perfectamente pero no se alcanza, no se toca, no se siente.

Unos ojos que buscan mirar de otra manera, más simple, más traslúcido, más curioso.

Una rutina necesaria que no termina de hacerse rutina y un equilibrio que se aleja.

Orden, equilibrio, simetría, ritmo, proporción, armonía. Algo así como formar parte de un flujo embasado que no puede contenerse.

Método, hábito, sistema…

Organización, regulación, funcionamiento…

Mi ser exógeno revestido de antónimos que se contraponen en una praxis enfermiza que me lleva a caer una y otra vez, de forma circular, en el vacío disociado de la entropía.

Tú, un súbito suspiro que se deslizó entre mis oídos, mis ojos y mi boca. Y que en cada fracción de tiempo se reafirma la dulce sensación que añora tenerte cerca otra vez, sin pretensiones, sin prejuicios, sin expectaciones, como no sucedía desde que la capa de ozono disminuyó un tres por ciento nuevamente.

Así, no me importa no dormir tres noches seguidas, si el orden fraguado comienza a hacer acto de presencia.

martes, 19 de septiembre de 2006

Blue Icewater

Sólo es... la música adecuada, el estado de ánimo idoneo... y las palabras comienzan a fluir.

Motivo.

No como un canal de interconexión para que un tercero se sumerja en los trazos mentales de mi persona que declinan en una interface que no logra ser considerada dentro de los parámetros de lo artístico. No, definitivamente no pretendo poseer a un lector imaginario como las buenas costumbres de sintaxis y redacción recomiendan adecuado cuando uno intenta escribir coherentemente. Luego entonces, puedo ir desde lo hondamente rebuscado utilizando el léxico más grandilocuente que mi formación académica me permita, hasta la forma más simplista de expresión escrita que de tan sencilla sea incomprensible.

Un experimento, si... una salida de escape a las aglomeraciones de ideas recurrentes a la masa que compone mi cerebro, si. La escritura, un músculo sumamente importante que debe ejercitarse. Para llegar... no necesariamente a ningún lado. Verbalizar, adjetivar, rumiar, agilizar la mente, garabatear, hibridar, delirar por los advervios, acomodar, conocer, mutar lo ecléctico, repasar, profundizar, trasnmitir, tripear, ar, er, ir...
Algo así...
Yo... algo lenta, algo extraviada, algo escéptica, no muy convencida, no muy convincente... con tendendicias a la entropía... me molesta? algo, sólo un poco, sólo algunas partes, esas que no permiten que uno se desenfrasque...
La ruta a seguir = 15 minútos de contemplación aeróbica y anaeróbica, una cucharada y media de disciplina diluida en medio vaso de convencimiento y buenas costumbres y 5 costales de tela porosa para clasificar por color y por olor.
En una primera fase no está tan mal. No para los constructos de significados y sentidos que son intercambiables gracias a la naturaleza de su alteridad.
Con todo y mis amigos imaginarios...

La idea del presente infinito siguió girando en mi cabeza

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::