martes, 29 de enero de 2008

la vieja escuela


Él solía sentarse en la última banca hacia la derecha del salón. Esto para no ser presa fácil de las miradas abrumadoras de la maestra de español al preguntar por la tarea, que en definitiva él no tenía, porque desde luego había cosas mucho más importantes en la vida que hacer un reporte sobre el poema de Mío Cid. Ahora estaba sentado a mi izquierda y a través de sus lentes de intelectual insurrecto me hablaba de la corriente sociológica marxista.

El que se sentaba justo al lado de la puerta para salir corriendo en la primera oportunidad, decidió vivir en carne propia los golpes de la vida y se convirtió en luchador con máscara y doble identidad. Ahora maneja una moto fenomenal y es posible verlo volar literalmente en las luchas televisadas. Por más que insistí no quiso decirme su nombre de farándula.

Uno de los que ocupaba un lugar de en medio (ni tan adelante ni tan atrás, ni tan a la izquierda ni tan a la derecha) no acostumbraba a hablar demasiado, difícilmente podía descifrarse si estaba feliz, enojado o extasiado. Esta vez, una simpática barba había terminado de circular su boca. Trabajaba en un centro de investigación donde purificaba agua con corazas de cangrejo y plumas de pollo además de tener una gran habilidad para hacer sentir bien a las personas que estaban a su alrededor.

Yo puedo solamente puedo decir que mis pies siguen siendo pequeños y mi caligrafía ha mejorado un poco (sólo un poco). La semana pasada serví tres capuchinos y después huí. Han mejorado mis habilidades al hablar y no tengo la menor idea de qué tierra estaré pisando en 26 días.

martes, 22 de enero de 2008

Spotless Mind


Please excuse me but I got to ask, are you only being nice
because you want something...



Últimamente las historias no vienen a mí. Lo siento. Me encuentro árida de inspiración y cansada de cuestionarme por qué sin encontrar alguna respuesta coherente. De pronto en medio de la nada, me desborda la ansiedad de borrar mi memoria. Sólo después me percato de que más tarde me daré cuenta, que ha valido la pena.