lunes, 16 de abril de 2007

Tic tac, tic tac…


El tiempo se sigue desvaneciendo y yo ni me doy cuenta. Entre mis divagues y múltiples deberes que ya me dejaron desde hace un ratote atrás, entre la cotidianidad compactada en dos momentos, entre los estados etéreos de la inconciencia y el aletargo sugerente de la conciencia, entre los momentos que se derrochan tratando de hacer mucho y al final no lograr nada, entre la ensalada de estados anímicos que entorpecen la marcha en lugar de motivarla; entre cosas y más cosas, realmente no llego a dimensionar que me quedan tres semanas de escuela, tres semanas para ya no regresar.

En el estado de ensimismamiento en el que me encuentro, una mezcla rara de negación, apatía y conmoción, de verdad que no tengo la noción de lo que son tres semanas, –si no mames ya no es nada de tiempo…–simón, simón todavía aguanta un rato… –.

En un instante, el tiempo se transformó en momentos y logré ver la realidad fragmentada en cuadros. Todo transcurría sumamente lento, lograba darme cuenta unos segundos después que las cosas estaban ocurriendo. Y aún así no pude retener para mí un cachito del tiempo, unos minutos que me dejaran permanecer, retenerlo…

Imposible, el tiempo se va y yo con él, ahora lees esto y ya dejaste atrás el resto del trip que estoy escribiendo, después harás otra cosa y yo también, pero ahorita me lees. Bueno… no importa, son cosas raras que a veces se le ocurren a uno y creo que ya me voy porque ya divagué demasiado.