lunes, 27 de abril de 2009

distopía

Justo cuando había vencido mis propias resistencias para moverme... el mundo se detiene.

Jodida yo.






Foto: "Se convirtió en el hombre de la rata"

jueves, 23 de abril de 2009

La explotación de las mujeres

Mi anécdota de las vacaciones de santa, tarde pero segura.

Después de que fatídicamente no conseguimos auto para el viaje y tras 16 horas de camino colectivo, Aarón y yo caminábamos bajo la arena de Mazunte. Dicho sea que debido a mi espíritu hippiesco, yo siempre había querido conocer esta playa oaxaqueña.

Era de esperarse que dentro de este sincretismo playero hubiera la presencia de extranjeros y sobre todo Europeos, tan solo la playa vecina es la mítica Zipolite de primorosos franceses e italianos de torso desnudo. Pero lo que sí nos sorprendió fue que los Europeos hablaran perfecto español y que además se hubieran agandallado de las oportunidades de desarrollo para la economía local al manejar hostales, lugares de camping, restaurantitos monos donde abundaba la pasta, la pizza y hasta era posible encontrar puestitos de artesanía hippie europea.

Claro, ahora parece que sólo hablo del neocolonialismo al estilo roots, pero qué demonios tiene que ver con el título que da nombre a este post. Es aquí es dónde entra Panchita, pues a los europeos además que quererse nacionalizar costeñitos oaxaqueños, también prefieren adoptar bonitas costumbres tan latinoamericanas como lo es la explotación de la mujer.

Le pregunté cómo se decía su nombre en alemán — pues Francisca—, me respondió con un dejo de ironía y una perfecta pronunciación en español. Llevaba más de 5 meses rolando en México, se había ido a aprender platería a Taxco y se consideraba una orgullosa artesana debido a la complejidad de sus piezas. Oriunda de Alemania se adaptaba bastante bien a México y ya incluía en su vocabulario palabras de difícil estructura lingüística como chido, hasta pasar por todas las frases que incluyen el sufijo madre.

Aarón y yo la encontramos una noche mientras paseábamos por las calles mazunteñas. Tenía su puesto empotrado afuera de un cafecito y mientras yo me entretuve viendo los colguijos y piezas que vendía que eran realmente lindos, el chico devora mangos (Aarón) se puso platicar con ella. Realmente era agradable y hacía buena plática. Así nos enteramos que se metió a estudiar platería en forma porque sus papas le dijeron que “hiciera algo más en serio” y que su novio era de Guadalajara —ese de allá, el que está haciendo malabares con fuego—.

El tipo sí que se divertía, pues en un lugar dónde varia gente hace lo mismo, más hacía el malabar por recreación, y demás no se ponía en lugares dónde la gente pudiera alcanzarle una moneda. Así que concluimos que el sustento de esa relación era Panchita pues se pasaba la jornada entera bajo aquel árbol de mango, detrás de su puesto, tejiendo pulseras o haciendo trencitas. Ni una sola vez vimos al jalisquillo explotador atender o relevarla. Él se la pasaba cotorreando en el café o haciendo su malabar tan único en el mejor de los casos, porque si no, ya se había ido a echar un porro con una amiga del lugar. Mientras Panchita tejía mi trencita de colores y nos contaba que no había recorrido los alrededores porque se la pasaba ahí, bajo aquel árbol de mango.

Pobre Panchita, sus hermosos ojos arios no conocieron la playa de Mazunte.


Panchita (la chica rasta) y yo al fondo

miércoles, 15 de abril de 2009

en el rol

Y las santas vacaciones no se acaban. Sigo de rol y no tanto porque quiera, pero ahora me pica un no sé qué por ya regresar y reanudar actividades varias. Me siento diferente y quiero hacer muchas cosas, ojalá que no se me corte la inspiración a los pocos días como a veces me ocurre. Pero definitivamente creo que esta vez no va a ocurrir así, se siente diferente.

Ahora, lo único que espero es regresar a Puebla y comer un rico chile en nogada ahora que mi sistema digestivo está volviendo a la normalidad. Hasta eso, me la pasé muy bien este par semanas con la agradable sensación de haber pisado muchos suelos en poco tiempo; con todo y las implicaciones de malas noches en camiones y camas nada mullidas, descompensación estomacal y muchos piquetes de mosquito. Ya casi estoy de vuelta.

Update: Resulta que mi boleto de avión maldito no se perdió y lo podré usar cuando yo quiera sin tener que pagar un céntimo más yeiiiiiih!. Esto trae consigo opciones interesantes ñaca, ñaca.

lunes, 6 de abril de 2009

ni tan mío

No di más de diez pasos fuera recinto en el que culminó la ceremonia de mi graduación universitaria cuando ellos pusieron en mi mano derecha unas llaves con control de alarma incluido y señalando hacia la glorieta del obelisco me dijeron:

--Eso es tuyo.

Era tan brillante, tan francés, tan hidráulico, tan oloroso a nuevo, tan de última generación, tan suave, tan azul, tan… no mío. Y lo descubro ahora que lo quiero sacar a pasear de semana santa, porque el pobre ya está muy estresado de la ciudad y de no poder correr a más de 80 por hora. El coche no va a Oaxaca, me dijeron. Ah ching#! Ps no que era mío.

Es de saberse, así pasa con los regalos “deaquísalescomollegaste” de los papás buena onda. Sólo hace falta que uno se decida abandonar el nido para conocerlos. Pero digo está chido, las cosas cuestan y cada quien tiene que ir haciendo sus pininos en la vida. Nada más que si duele el garrotazo de la realidad cuando en tus épocas familiares te hacen perder la conciencia de clase de forma nada fina.

Recuerdo haber visto un estudio sobre la juventud que decía que en generaciones pasadas los jóvenes abandonaban la casa familiar alrededor de los 20´s y que en las generaciones actuales la están dejando casi a los 30. Talvez por eso a veces creo que cuando mi abuelita me mira de reojo está pensando: --Ah que muchacha tan baquetona que según ella no encuentra trabajo, a mí se me hace que más bien ya no quiere salir--.

En fin, quién necesita un coche, creo que ni es tan lo mió. Sino dónde queda el espíritu aventurero de pasar más de 10 horas en un camión caluroso con más de tres escalas en pueblitos recónditos. Ja, ja, de puro coraje me comí 3.5 enchiladas con verduras en el centro (esas de los pambazos), así que ya estoy lista para la playa y dada la situación, ya empaqué mis licras y mi playera blanca para nadar. Ahora sólo espero que si me dejen llevar “mí” cámara.

miércoles, 1 de abril de 2009

maldita, maldita

No se si es parte de una maldición familiar heredada de la bisabuela Emigdia (Emi pa los cuates), o simplemente es parte del auto-saboteo inherente a mi persona. El punto es que ayer se cierra un capítulo más en los actos fallidos de mi vida, y desgraciadamente se trata de uno de los tópicos más tristes que pueden existir: UN VIAJE NO REALIZADO.

Sonará como argumento de ardidez pero, al cabo que ni quería. Y como le dije a mi amiga Argentina cuando me propuso que nos fuéramos: --pero, qué voy a hacer en Europa weeeeeee--. Ahora sólo puedo llamarme persona cobarde, débil de espíritu y que se deja deslumbrar fácilmente.

Ocurrió más o menos así: hace año y medio me encontraba comiendo en los portales del centro de Puebla cuando mi amigotreintañeroamorplatónicodeaquelentonces me dice:

-- Vamos a Marruecos

Sinceramente no sé de dónde salió esa espontánea proposición y de la sorpresa ni siquiera me acordaba dónde se encontraba Marruecos, pero como me agarró desprevenida y no tenía nada mejor que hacer le dije que sí. Semanas después, sonaba como una de esas efímeras pláticas de “estaría chidísimo hacer esto” pero nunca mueves siquiera un dedo en pro del asunto. Excepto cuando mi amigo me emocionaba con mensajitos cursis “encontraré hermoso el desierto del Sahara en tus ojos”(ja, que fácil soy a veces), sentía que no había alucinado esa conversación.

Tres meses después me llamaba para decirme que estaba comprando los boletos de avión y que ya tenía una ruta trazada de Paris-Madrid-Marruecos con duración de un mes. Y ahí va Angeliquita al otro día a depositarle 10 mil monedas de oro para el viaje redondo, que de hecho fue una ganga.

En un inicio no estaba emocionada (no es comentario ardilla). Sonaba bien el trip, sonaba bien ir con el baterista, pero yo no había planeado el viaje, ni los lugares tenían una razón de ser especial para mí. Siempre me había planteado que la primera vez que fuera a Europa me quedaría mínimo dos meses. Pero mientras se acercaba la fecha de partida, obviamente me iba emocionando. Ya me imaginaba ahí, ya me imaginaba con él, e inclusive ya había recabado todos los consejitos útiles del buen viajero.

Partíamos un lunes y le llamé el viernes anterior para preguntarle si sería conveniente cambiar las monedas de oro a euros o a dólares cuando me dice:

--Que bueno que llamaste, porque justo te iba a llamar (mal presentimiento), para decirte (nervios) que no voy a poder partir el lunes contigo porque me cayó un compromiso grande de chamba y es importante que lo tome (SHIT!).

Y así fue como adquirí un boleto redondo a Paris abierto y con vigencia a un año. Pasada la depresión post-nomefui, ya no aparecía el momento adecuado para el viaje, o la persona, o el sentido de aquel asunto. Tuve otras proposiciones de fuga como la de mi amiga Argentina, el baterista me dijo que nos fuéramos después pero ya era raro, traté de cambiar el boleto de destino y cuando ya había agarrado los huevos para irme yo sola llega Aarón y me dice que mejor nos fuéramos juntos después (cosa que tampoco sucedió).

Y así pasó el tiempo y cuando la señorita caos decide ir a Aeroméxico para conocer la situación de su boleto maldito, la señorita del mostrador le dice que clave ya no existe lo cual indica que su boleto tampoco.

Bah! continúa la maldición de los boletos de avión perdidos, sniff.